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El arte de saber escuchar (primera parte)

El arte de saber escuchar (primera parte)

Por Fernando Alben

Cada vez es mayor el número de personas que reconoce que tiene serios problemas para comunicarse con su pareja, con sus padres, con sus hermanos, con los hijos, con los compañeros de trabajo, etc. Este sentimiento de falta de una auténtica comunicación se debe, en gran parte, a que no se sabe escuchar a los demás. Saber escuchar bien es, por tanto, una destreza que merece ser valorada y enseñada porque produce efectos muy beneficiosos tanto para el que es escuchado como para el que realiza la escucha activa. EL BUEN ESCUCHADOR CRECE COMO PERSONA Y GANA EN SABIDURIA Y PRUDENCIA

Los psicólogos manejan estadísticas en las que se manifiesta que el sentimiento de falta de una auténtica comunicación entre las personas avanza de forma creciente en la sociedad actual. Cuatro de cada cinco adolescentes españoles sienten cierto distanciamiento de sus padres porque creen que “no les comprenden” y que, por tanto, “no merece la pena hablar con ellos de sus problemas”. De manera paralela, el 75% de los padres se queja de que sus hijos, sobre todo a partir de los 15 años, no les escuchan. Asimismo, la incomunicación en pareja es la causa de la mayoría de los fracasos sentimentales, muy por delante de la infidelidad y de la incompatibilidad de caracteres. De hecho el 87% de las personas separadas o divorciada afirma que el principal motivo de su fracaso matrimonial se debió a “la falta de comunicación”. En realidad, la mayoría de las personas no se encuentran incomunicadas en sentido estricto, lo que sucede es que la comunicación profunda y autentica va dando paso a otra, funcional, para salir del paso, en la que el ‘peso’ de los sentimientos es cada vez menor y donde apenas se escucha al otro.

Esta es la clave del problema: comunicarse significa escuchar a la otra persona, no solo es hablarle y contarle nuestros pensamientos. Escuchar se aprende en el grupo mas primario. Es decir , fundamentalmente en la familia; y este aprendizaje es de tal modo que, si una persona no se ha sentido escuchada y valorada cuando era niño, muy difícilmente escuchará de verdad a las demás personas cuando sea adulto. Es más : muchos de los expertos del cuidado de la salud mental, sobre todo aquellos más próximos a la Psicoterapia Inter-personal sostienen que la carencia de una escucha profunda y de calidad en la infancia es el principal origen de muchos de los trastornos psicológicos y psiquiátricos que se manifiestan en la adultez. El aislamiento y la falta de comunicación también están presentes con mucha frecuencia en los suicidios y en las tentativas de suicidio, así como en los casos de: alcoholismo y otras drogodependencias.

LA ESCUCHA, UN BIEN ESCASO Pese a que cada vez hay más personas que manifiestan que tienen una gran necesidad de ser escuchadas porque se sienten aisladas y que las consecuencias de la falta de una escucha profunda y de calidad pueden ser tan destructivas, sin embargo el arte de saber escuchar no es algo que se valora en nuestra sociedad. No hay más que contemplar el espectáculo lamentable que ofrecen los políticos de lo que es no escuchar: ni a los ciudadanos ni a los adversarios. En las interpelaciones parlamentarias o en los debates televisados, se limitan a monólogos sucesivos en los que cada uno descalifica a su rival pero no responde a la argumentación del contrario porque los discursos están previamente preparados, y hasta ensayados, y da lo mismo lo que diga el otro. Se establece así una especie de “diálogo de besugos”, en el que lo importante es conseguir ‘arrimar el ascua’ del debate al asunto que potencialmente pueda proporcionar más votos al partido de turno y ridiculizar al oponente.

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