Siguiendo con el tema anterior voy a describir cómo se desarrolla una sofronización simple (relajación). Se despliega en dos tiempos; relajación física y relajación mental.
En la próxima entrega detallaremos la relajación mental
El alumno se coloca en una postura cómoda, ya sea de pie, sentado o acostado. Se inicia con una respiración profunda una o dos veces, se cierran los ojos a fin de facilitar una concentración más rápida, a partir de aquí se puede comenzar la relajación propiamente dicha.
Se inicia un recorrido mental por el esquema corporal comenzando por la cara, fijando la atención en ella, contemplándola, poniendo la intención de distensionar todos los músculos; la frente, los párpados, las sienes, las mejillas, las mandíbulas, el interior de la boca, la lengua.
Se concentra no solo en la distensión de los músculos sino en las distintas modificaciones percibidas a los largo de la descontracción e incluso en cualquier otra percepción muy personal. El examen minucioso de estas percepciones facilita enormente la concentración y la eliminación de los pensamientos o imágenes parásitos.
A continuación se fija la atención en la región del cuello, la nuca, los hombros, y se relaja cada musculo correspondiente, advirtiendo a medida que aparezcan las diferentes sensaciones provocadas por la relajación muscular, y las respuestas percibidas a nivel de los puntos de apoyo (nuca y hombros), sobre el plano donde el alumno se halla (cojines, divanes, cama, suelo, etc.)
A continuación se abandona a sentir la espalda, los hombros, las escápulas, toda la columna vertebral, la caja torácica, la región lumbar, la pelvis, relajando al mismo tiempo todos los músculos, algo así como si la espalda se extendiese adoptando las formas del plano donde se halla acostado o apoyado. Al descontraer de esta forma los músculos de la espalda, la persona puede sentir que descontrae al mismo tiempo los músculos del tórax y del pecho.
Relaja igualmente los músculos del abdomen, la cintura.
Luego el alumno fija su atención en los brazos y los abandona completamente, tratando siempre de percibir las distintas sensaciones, sean cuales fueren, a nivel de las manos, los antebrazos, los codos, los brazos y los hombros.
Mientras sigue la descontracción de los brazos se fija la atención en las piernas, tratando de visualizarlas mentalmente al tiempo que va relajando poco a poco los pies, apoyados sobre los talones. Las piernas con punto de apoyo en las pantorrillas, las rodillas que parecen formar un puente, los muslos, los glúteos, toda la pelvis, la espalda.
Lo ideal es que el sofrólogo acompañe con su lenguaje cálido a esta lectura del cuerpo, ayudando al alumno a su descontracción progresiva al mismo tiempo que se logra la concentración. No obstante se puede iniciar la relajación a nivel personal y poco a poco se logrará aprender hasta el momento en que se pueda volver automática.